Buen día nos de Dios.
Cuando solo faltan minutos para volver a mi bendito pueblo de Villaluenga del Rosario donde estaremos, esta vez, hasta el lunes, cuando el trasiego propio de los preparativos ya son un hecho, cuando me resta muy poco para apagar el ordenador y cuando lo enciendan será para poner negro sobre blanco el artículo que mañana saldrá publicado en San Fernando Cofrade, quiero que sirva esta reflexión para dar las ¡¡GRACIAS!!
Ayer noche en la Parroquia del Santo Cristo Dios reunió a muchos y queridos amigos y hermanos del alma, con la excusa de la presentación de mi libro, en torno a Él y al calor de la verdadera amistad-hermandad.
Dios hace que estemos siempre de un sitio para otro y casi siempre no nos demos ni cuenta ni en la hora en la cual vivimos y cuando hace que nos reencontremos tantos buenos hermanos de caminos, pesares, ilusiones y alegrías de ser discípulos en un mismo sitio, en un mismo lugar, se produce y se siente el calor que da el Señor a los corazones que se alumbran a diario junto a Él.
Ayer en la Parroquia del Santo Cristo noté ese calor abrasador del Amor de Dios reflejados en el de mis hermanos que me acompañaron en este importante momento, que estuvieron junto a nosotros con la "excusa" de presentar el libro, y un sentimiento de verdadera Comunión se respiraba entre las cuatros paredes.
Unión, hermandad, comunión, Amor, con mayúsculas, es lo que nos hace hijos a los ojos de Dios y eso es lo que ayer pude percibir, el regusto que saqué y la tranquilidad que hoy disfruto.
Gracias eternas al inmenso cariño que he sido depositario por todos y cada uno de los asistentes, de los que sé que le hubieran gustado estar aunque no pudieron. Gracias eterna a mis queridos y buenos hermanos José Antonio Medina Pellegrini José Carlos Fernández Moscoso Agustín Rosety Fernández de Castro por ser mis queridos hermanos, por tanto hondo cariño y sentimientos de noble Amor de los que se quieren de verdad, de los que unen su vida al calor de la buena amistad en torno a Cristo Sacramentado.
Y gracias a Dios por permitirme disfrutar de y con la presencia de la Familia de Ignacio Bustamante Morejón a la que quiero de verdad. Paco Bustamante Morejón, Jesús y Pepe pusieron cara a la inmortal memoria de su hermano.
En estos días escribiré mis particulares impresiones, mi regusto, mis reflexiones sobre lo que sentí en este tan significativo acto.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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