Foto de mi querido hermano José Carlos Fernández Moscoso
Buen día nos de Dios.
El inmenso azul de nuestro cielo en Villaluenga del Rosario es roto por tímidas nubes que hacen que durante unos minutos desaparezca el sol. Es como nuestros corazones que hoy están en otra parte, en otro lado, en el recuerdo de nuestros seres queridos que se fueron a la Casa del Padre.
Hoy es domingo, Día del Señor y de los Fieles Difuntos, hoy la Eucaristía que es Pan de Vida para los que aquí permanecemos y los que ya marcharon camino de la eternidad.
Hoy es un día no tanto de dolor sino de melancolía por un pasado que nunca volverá a repetirse porque los que antes estaban junto a nosotros ya lo están con Dios. Como he escrito en el diario digital San Fernando Cofrade, hoy es un día para la Esperanza.
Cuando voy al Camposanto veo el verde esperanza y lo sustituyo por el gris marengo que quieren imponernos los que no esperan de la muerte más que el fin de todo sin remisión. Si la muerte fuese el final de la vida que triste sería todo pues aunque gocemos de esa paz que el Señor nos otorga a los que viven abandonados entre sus Brazos aquí hay demasiadas incomprensiones, demasiadas luchas, demasiados intereses, demasiada ruindad, demasiada cobardía, demasiado poco amor y demasiada impiedad. No, la muerte no es el final es el principio de todo lo que nos ha de venir a los que creemos en Cristo Jesús que murió y sobre todo resucitó dándonos Vida para toda la eternidad.
La muerte no es muerte y la vida no acaba en la muerte sino que son pasos necesarios para alcanzar la plenitud de la Gloria por día sin límite.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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