martes, 6 de noviembre de 2018

6 de noviembre. No renegar de nuestros símbolos...



Buen día nos dé Dios. 

Pienso que los símbolos en la vida son necesarios pues hacen remalcar cuanto somos, pensamos y creemos. 

Por ejemplo cuando visitas un pueblo y te encuentras un monumento en el que se visualiza la actividad que lo define ya sabes si has encontrado o no lo que andabas buscando. Villaluenga del Rosario es un pueblo quesero y este monumento simboliza así como ofrece un homenaje al Queso y a quienes de dedican a este de generación en generación. 

En todos los órdenes de la vida los símbolos son muy importantes porque en verdad estos nos definen. En cualquier parte del mundo, menos en España, todos están orgullosos de sus símbolos patrios y llevan la bandera nacional con orgullo y emoción pues en esta se define lo que es una Nación. 

¿Pero si en la vida son necesarios los símbolos por qué quieren quitar, eliminar de cualquier manera, los eminentemente religiosos? 

¿Molesta la cruz en la mesa de tu despacho? ¿Molesta el cuadro de la Virgen en la pared? ¿Tanto molesta Dios para que quieran exterminarlo de la esfera pública? 

Pero es que nosotros mismos muchas veces nos da vergüenza el lucir un simple crucifijo en el cuello, llevar una medalla, rezar por ejemplo el rosario en medio de la calle... Sí, de tanto decirnos que Dios molesta al mundo nosotros mismos nos avergonzamos no solo de llevarlo a nuestra vida sino de manifestar tanto en público como en privado que creemos en Él. Nos estamos convirtiendo en cristianos sin símbolos, en cristianos distanciados de los valores que fundamentan nuestra propia Fe, nos estamos convirtiendo en cristianos avergonzados por serlo y por tanto vergonzantes pues preferimos mirar al otro lado que afrontar a pecho descubierto lo que tenga que venir por ser y sentirnos de Dios. 

En un mundo donde todo se consiente y la conciencia no interesa es mejor que nada nos recuerde la existencia de Dios. Empezamos a eliminar los símbolos, seguimos y nos da vergüenza el llevarlos, después no vamos a Misa, no rezamos, no hablamos del Señór para que no nos digan retrógrados o que no vamos con los tiempos y poco a poco entramos en una laxitud, en una tibieza, que hace mucho daño a muchos pero sobre todo a nosotros mismos. 

Por eso defiendo la validez y la importancia de los símbolos que manifiestan nuestra identidad como Pueblo, como Nación y también como miembros de una misma Iglesia que profesamos la misma Fe. 

Yo no me avergüenzo de ser de Dios..., ¿Y tú? 

¡Feliz martes! 

Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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