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Buenos días Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
Hoy es un día para vivirlo desde la intimidad, desde la Oración y el Recuerdo, desde la comunión por medio de la Eucaristía de la Santa Misa que se ofrece por el alma de los fieles difuntos, de las benditas almas de purgatorio, del alma de nuestros seres queridos.
Sí, hoy es un día de esos que visitas los cementerios y los plagaditos de flores convirtiéndose sus calles en pasillos hacia la eternidad.
Hoy delante de las tumbas muchas lágrimas, mucha gratitud, muchos recuerdos, muchas plegarias lanzadas al vuelo, muchas vivencias que se te vienen a la memoria sí o sí...
Pero hoy, precisamente, os quiero pedir un favor, un ruego, que es inmensamente necesario. Te pido que reces por ese difunto del que ya nadie se acuerda, por las almas de los difuntos olvidados.
Sí, pienso que no hay mayor obra de misericordia que rezar por aquél que ni conoces, ni has querido, ni conocerás en la vida. Esos difuntos olvidados que ya sean por los años o por la vida han desaparecido de la vida de los demás y ya nadie se acuerdan de ellos.
Sí, hoy te pido, te ruego e incluso te exhorto a reflexionar sobre la inmensa obra de Amor que es rezar por el alma de los difuntos olvidados porque haciéndolo estamos haciendo un gran bien y quién sabe si alguna vez alguno de nosotros estaremos en esa tesitura.
¡Feliz viernes!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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