lunes, 12 de noviembre de 2018

12 de noviembre. Cuando un amigo se va...

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Buen día nos dé Dios.
Dice el eterno Alberto Cortez: "Cuando un amigo se va deja un espacio vacío que no lo puede llenar la llegada de otro amigo"...
Y ese hueco, ese espacio vacío, siempre quedará vacío pues nadie puede sustituir a nadie ya que somos únicos y por lo tanto irrepetibles.
¿Por qué será que siempre echamos en falta a una persona cuando ya se ha ido? Esto sucece cuando somos consciente de que ya no puede volver, cuando nos damos cuenta de que hemos desperdiciado demasiado tiempo y siempre hemos dejado para adelante el compartir más con él porque teníamos en manos algo más "importante".
Esto nos pasa en todos los órdenes de la vida: Con nuestros padres, nuestros seres más cercanos, nuestros amigos, con esos conocidos que son personas buenas y que sabes te han podido aportar mucho pero que sabemos valorar lo que en verdad han constituido en nuestras vidas y también lo que nos hubieran aportado si en vez de mirarnos a nosotros mismos lo hiciéramos de vez en cuando con los demás.
Pero ese ser querido, esa persona, que marcha de esta vida deja un poso de inmensa tristeza, de hondo desconsuelo, cosa que es entendible pues somos de carne y hueso, somos personas con sentimientos, y nuestras entendederas no llegan a ver que la vida con la muerte se convierte en Vida.
Por eso cuando alguien fallece, sea muy cercano como lejano, lo siento emocionalmente, siente ese desgarro que te lleva el no verlos más pero sé que con la muerte estos han conseguido la Vida que Dios le tiene preparada desde minuto en el que fue concebido. Esa es mi Fe, esa es mi Esperanza.
Por eso cuando vayamos a un funeral o a una misa que se aplique por el eterno descanso del alma de personas queridas y conocidas recemos por el que se ha ido, para que alcance la gloria de la resurrección, para que Dios salga a su encuentro como con cada hijo pródigo, y recemos por sus familiares, amigos y todos cuantos sienten en verdad su marcha. Un funeral no se va para quedar bien sino para rezar que siempre viene bien, que siempre es tiempo ganado en nuestro particular camino hacia la gloria.
Y ya de paso os ruego receis siempre por el eterno descanso de las almas de los difuntos olvidados, de esos que nadie rezan.
¡Feliz lunes y semana!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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