Buen día nos dé Dios.
Después de la tempestad llega la calma y con ella momentos de inmensa belleza que no cuestan un céntimo pues Dios nos lo regala como la vida misma.
Pero es que tambien en los momentos de tempestuosos se puede apreciar la belleza, una belleza más recia, más agreste e incluso más dura. Es la belleza de la fortaleza del ser humano que se enfrenta a todos los retos con ilusión y Esperanza.
Esto que parece una cosa baladí se puede ver mejor cuando te enfrentas a las tempestades de la vida y no te queda más que dos opciones. Hundirte o plantarle cara.
Yo apuesto por plantarle cara porque así también eso nos motiva para seguir hacia adelante por muy mal que pueda estar la cosa. No hay que temer a las tempestades que nos ofrece la vida y que pueden ser las enfermedades, las persecuciones, el ir escalando para conseguir tus objetivos, la tempestad de la incomprensión, de la injusticia, del saberte excluído. La tempestad de la soledad, del saberte engañado, de la traición, de la dureza de sobrevivir todos los días sin tener ni siquiera lo mínimo e indispensable.
La tempestad del dolor, del sufrimiento, de penar los sentimientos que llevan a quebrantos emocionales.
Son muchas las tempestades que tenemos que enfrentarnos todos los días a cualquier instante pero hay que coger el timón y seguir navegando con viento en contra y pertinaz lluvia que puede ser que incluso nos haga zozobrar pero ya te digo que si te pones en manos de Dios saldrás hacia adelante, la Fe mueve montañas y calma tempestades, y llegará ese día que vendrá la perseguida, la conquistada, calma y entonces podrás pararte y mirar ese nuevo y hermoso amanecer que se abre en nuestras vidas como el mejor de los horizontes.
¡Feliz lunes!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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