Buen día nos dé Dios.
Perdonad la hora de esta reflexión pero es que la obligación manda y hay que acatarla.
Hoy he encontrado una foto que me trae recuerdos de muchos instantes, una flor de color rojo vivo que ofrece a quienes quieran verla una nota de alegría ante el tedio de ese sol macilento que uniforma los colores según pasa el otoño y se va acercando el invierno...
Si eres capaz de captar ese momento en el que te sorprendes de la viveza de un explosivo color que en verdad nos despierta por mucho frío, muchas nubes, mucha niebla o mucha noche que nos envuelva.
Y es que una fotografía no solo capta una imagen sino que también lo hace con momentos que conforman esos instantes que hemos querido inmortalizar para que nunca se nos vayan de la memoria.
Cuando vemos una foto ya sea antigua o de hace unas horas, de un lugar, acompañadas de personas que pueden que ya no estén o simplemente hayan dejado de acompañarte en tu camino porque han empredido otro siempre echas a volar los recuerdos que envolvieron esa instantánea en las que algunas veces te harán sonreír y otras veces tu mente divagara en esos recuerdos que nos entristecen y nos llenan de melancolías.
Pero es bueno dejar fotografiados los buenos momentos de nuestras vidas, esos lugares que forman parte de nuestros recuerdos, de nuestras vivencias, de nuestra realidad, porque desgraciadamente la memoria es demasiado frágil y hoy puede ser que no te acuerdes de cuando un día fuiste tan feliz.
Por eso comparto esta fotografía que a lo mejor no es la mejor pero si es capaz de traerme un delicioso recuerdo de una mañana fría de sábado mientras me tomaba un café mirando el cielo.
¡Feliz martes!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos sigue bendiciendo.
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