Buen día nos dé Dios.
La vida tiene mucho parecido a una estación de tren donde muchos van y vienen y nunca se detienen, donde casi todos van a lo suyo sin importarle lo de los demás, donde si llegas tarde, aunque sean por segundos, tu tren se ha ido, donde algunas veces lo tienes que coger casi en marcha, donde esperas, en ocasiones desesperas, donde en verdad comprobamos que aunque hablemos el mismo lenguaje estamos como si viviéramos en la torre de Babel porque nadie entiende a nadie y lo que es peor nadie se preocupa por el que está frente a ti, donde el que entra es capaz de arrasarte por coger ese sitio en el que quiere sentarse sobre todas las cosas.
Una estación de tren, hasta las más bonitas, son también muy frías, muy impersonales, donde hasta para comprar el billete te mandan a una especie de cajero-dispensador que te avisa si puedes o no utilizar tarjeta, donde somos números para las estadísticas, donde todo está controlado, donde todos estamos en ese rebaño que nos quieren situar los que creen tener el poder del mundo, el poder finito, el que muere el día menos pensado.
Me gusta observar, se aprende mucho, y por eso veo que algunos leen libros, la mayoría escuchan música, chatean en las redes sociales o van con la mirada perdida pensando mientras algunos charlan y se ríen o permanecen en el silencio que siempre tiene algo de extraño.
La estación o ir en el mismo tren el simple hecho de rezar con un rosario en la mano es algo que causa sorpresa, algunos se rién, otros se mofan, pero nadie defiende. En la estación de tren de este mundo han eliminado a Dios, lo han quitado de la escena pública, y ver a un cristiano, a un católico, rezar casi ofende cosa que no pasa con otras creencias pues la tolerancia de esta sociedad tan intolerante no llega a los que profesamos la Religión Católica y si por orar te señalan no os cuento cuando viaja un sacerdote que lleva el alzacuellos.
Vivir la Fe con entrega, evangelizar aquí o allí por medio de gestos, palabras y hechos, defender con valentía tus creencias te señalará por siempre e incluso serás un elemento a destruir por los que dicen decidir pero también el hacerlo, el ser de Dios y vivir para Dios, hará que cuando lo disponga se abran para ti las mismas Puertas del Cielo.
¡Feliz miércoles!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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