Buen día nos dé Dios.
Hoy cuando antes de amanecer salí de la Atalaya vi como el cielo ya había perdido la negrura propia de la noche y hermoseaba un azul oscuro. Al frente la silueta de la montaña y arriba la luna que al mirarla parecía una bombilla encendida como si nos avisara que de nuevo sería de día y que tendríamos tan solo unas horas para hacer lo que tenemos que hacer.
Horas para cumplir con nuestra labor, horas para el necesario aporte calórico por medio de los alimentos que podamos ingerir, horas para el descanso necesario, horas para estar con la familia, amigos o incluso buscar esa necesaria soledad, horas para leer, ver la televisión, ir al cine, pasear o sentarte a admirar cuanto bello nos rodea a diario y que por las prisas no somos conscientes de ello.
En un día tendremos horas para todo y en cambio que os apostáis que pocos son los minutos que le dedicamos a la oración, incluso asistir a la Eucaristía, a pedir perdón al Señor por tanto mal que hemos hecho, a evangelizar, que es poner a Dios en medio del mundo, empezando por los más cercanos, a testimoniar un modelo de vida desde la Fe en tu quehacer diario...
24 horas son muchas horas y en cambio no tenemos ni una para Dios. Es injusto, pero es la verdad.
En cambio Él no nos lo hecha en cara, si fuésemos nosotros ya nos habríamos quejado, sino que nos da una y otra oportunidad para que vayamos a su encuentro, no olvides que te espera a medio camino o menos, nos ofrece la libertad absoluta para seguirlo o todo lo contrario pero también nos enseña que sin Él todo se complica, todo es más vacío, más oscuro...
Algunas veces hay que mirar esa "bombillita" que se enciende en el firmamento para hacernos recordar que tenemos un día entero por delante no solo para cumplir con lo nuestro, con nuestros sueños sino para hacer el Bien.
¡Feliz martes!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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