Buenos días Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
Hoy 12 de mayo se cumplen justamente 39 años desde que hiciera mi Primera Comunión en la Iglesia Castrense de San Francisco de San Fernando.
El otro día cayó en mis manos esos libros que se regalaban por esa fecha y donde pegabas las recordatorias. ¡Hacía tanto que no las veía que me emocionó el tenerlas otra vez en mis manos!
De un fogonazo pasó por delante de mí mi niñez, mi madre, Tata, mis hermanos, mi casa del Carmen, mis amigos de esos años que aun tengo el privilegio de conservar...
Sí, Dios me hizo el inmenso regalo de recordar ese día en el que el Cuerpo de Su Hijo hecho Eucaristía entró en el mío por vez primera.
Lo hizo en la Iglesia Vaticana y Castrense de San Francisco pues en esa época de mi vida estudiaba en la antigua Academia O' Dogherty bajo la recia dirección de Doña Concha y Doña Tani.
Fueron años en los que mis ojos se abrían a Dios, que se preparaba a recibir a Cristo con esa clase de inocencia y también de ignorancia pues siendo tan pequeño no sabes del inmenso privilegio que supone que Jesús penetre en tu ser, te de vida más allá de la misma vida, eche raíces y te conviertas en terreno fecundo para hacer tuya su Palabra.
Recuerdo que el Padre Don Lisardo no consintió que me vistiera de marinerito, traje que ya había comprado mi madre en Almacenes Blanco, porque tenía la misma estatura que los que prestaban servicio en la sacristía. En menos de una semana mi madre cambió el vestido y me compró una camisa de la época con grandes cuellos, un pantalón de anchas campanas y unos zapatitos todo muy blanco, todo muy de Primera Comunión pero a la vez muy diferente con el resto.
No sabía que esa diferencia sería un rasgo muy característico en mí pues en verdad tanto en mi forma de ser como de actuar no me identifico con el resto pues uno debe tener esa clase de personalidad, vivir en esa inmensa libertad, que Dios nos da cada día de nuestros días.
Sí, 39 años después donde han habido de todo puedo decir que cada día que pasa me encuentro más enamorado de Jesús, necesito comulgar y celebrar la Eucaristía, postrarme ante Él en el Sagrario y rezar recorriendo los caminos y senderos de mi propia existencia.
Ahora no tengo a mi madre ni a Tata, la casa del Carmen ya no es la misma, pero SIEMPRE lo tengo a Él, a Jesús que me ha regalado a Hetepheres, razón de mi vida, y a unos amigos, verdaderos hermanos del alma que son en si un preciado presente del mismo Cielo.
39 años y toda una vida cada vez más enamorado de Cristo.
¡Feliz sábado!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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