lunes, 14 de mayo de 2018

14 de mayo. Villaluenga me enseña...

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Buen día nos dé Dios.
Cada lunes, cada comienzo de semana, me gusta hacer una reflexión que nos ofrezca esa clase de ánimo, esa clase necesidad de aprender con todo y de todos, para hacer que estos siete días que tenemos por delante sean no solo fructífero sino que nos sirva a valorar a quienes nos rodean en su máxima amplitud.
Nuestros "héroes", nuestros "modelos", nuestros "pilares" suelen ser personas de un renombre, con una situación social alta, personas que por sus condicionantes son aglutinadores de muchas voluntades, sin los cuales el mundo a lo mejor no sería como es y eso en buena parte no es tan bueno porque lo que entre uno y otro hemos creado no es para estar muy orgullosos digo yo...
Reconozco que con el pasar de los años, con lo vivido, con el transitar el camino de la vida que Dios ha querido regalarme por cada día que conozco las "trayectorias" de tantos tengo cada día menos "modelos", muy pocos "heroes" y cada vez más claros los "pilares" en el que sustento mi existir.
Reconozco que he aprendido a aprender con esa clase de personas sencillas que dentro de su humildad sacan su trabajo, su vida, sus familias, hacia adelante sin aspavientos, sin medallas innecesarias, sin ganas de tener un vacuo protagonismo que solo lleva al abismo de la nada.
Siempre digo que Dios en la segunda oportunidad que dio a mi vida no solo fue para que cada mañana abriera los ojos a un nuevo día sino para que se produjera en mi esa necesaria reconversión donde se caen "mitos" que son inalcanzables o simplemente no lo son y donde esas personas que te rodean, con su sencillez, con su humildad, con su corazón noble y cariñoso, son capaces no solo de sacar tiempo donde no lo hay para cumplir con sus deberes sino que te ofrecen su mano, su brazo, sus hombros, como esos imprescindibles báculos cuando te ven que ya no puedes más.
Y Villaluenga del Rosario en si ha hecho que me haya reconvertido hacia esa mansedumbre, esa humildad de corazón que Jesús nos exhorta en el Evangelio y que pienso leemos de pasada.
Las enseñanzas de sus vecinos, gente noble, trabajadora, sencilla, en las enseñanzas de sus pastores, ganaderos, que trabajan desde que el sol no ha llegado al nuevo día y se recogen cuando ya anocheció hace rato, que tienen poco tiempo libre pues su vida es ese rebaño que ofrece calidad de vida a la vida de sus familias, a lo que para ellos es sagrado.
Los pastores, los ganaderos, los hombres de campo son recios, de palabras justos, claros en el trato, desconfían de los que van con una sonrisa y una traidora daga en la espalda, los ven desde lejos, y se confían a esos que son de verdad, que son de palabra, que viven su vida según ese honor que les transmitieran sus padres, esos valores imperecederos en una sociedad cada vez más artificial y perecedera.
Cuando vengas a Villaluenga o visite algún pueblo de montaña los podrás ver en medio del campo, seguramente debajo de una encina de pie, sentado o recostado en una roca, que es su mejor acomodo a horas y horas de dedicación, y cuando lo hagas puedes estar seguro que allí está un hombre bueno, de principios y que en verdad es modelo de vida de muchos que como yo busco cada instante lo que es "La Pureza de lo Auténtico".
¡Feliz lunes y semana!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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