Buen día nos dé Dios.
Hay imágenes que ves en cuanto te levantas que te hace pensar en lo bueno que llevamos vivido y todo lo que nos queda por hacerlo según los mandatos de Dios.
Esta imagen apacible de mi gatito Pitufino donde también se ve ese marco en el que aparecemos Hetepheres y yo poco después de contraer matrimonio ese 1 de septiembre de 2007 es como redundar en la idea de la placidez, la tranquilidad, el sosiego que imprime el Matrimonio según los criterios del Señor.
Pero una vida en común, una vida juntos, un matrimonio, también es siempre una aventura necesaria para los que estemos bendecidos por esta vocación pues no olvidemos que el ser marido y mujer es una vocación que implica generosidad, paciencia, perdón, amabilidad, comprensión, respeto y Amor, siempre AMOR.
Un Matrimonio bendecido por Dios, desde el minuto uno, se convierte en la más apasionante aventura que podamos tener en nuestras vidas que conlleva esa clase de Alegría, esa clase de Plenitud que nos lleva a la eterna Esperanza y hace que nuestros corazones estén tranquilos, sosegados, confiados, en paz...
Muchos matrimonios, muchas parejas, no funcionan y puede ser por inmadurez, casi siempre, por falta de preparación, de saber lo que se está haciendo, pero también porque el Yo pisa al nosotros, mis cosas tienen prevalencia sobre las nuestras, mi vida es más importante, mis aficiones, mis amistades, mi, mi, mi...
Y en el Matrimonio el YO debe desaparecer para que empiece a florecer el NOSOTROS y sin perder la identidad personal de cada uno hacer que esta misma confluya en un todo que haga a esta unión más fructífera, más plena, más intensa.
Y en la fotografía mañanera donde Pitufino descansa en el sillón observo ese retrato de nuestros ayeres y aunque hemos cambiado también nos hemos compenetrados, somos dos cuerpos en un mismo corazón, un mismo Amor, un mismo objetivo, una misma misión.
Todo esto se consigue si tenemos a Dios en medio siendo bálsamo cuando haga falta y pegamento uno del otro siempre...
¡Feliz jueves!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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