Buenos días Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
Hoy es Domingo de Pentecostés en el que celebramos como Jesús envío su Santo Espíritu a sus apóstoles y lo sigue enviando a cada uno de nosotros cada día de nuestros días.
¿Pero dejamos entrar en nuestras vidas al Espíritu Santo? ¿Sí?
Muchas veces queremos creer en la Fe pero en una fe sin Dios. Nuestro orgullo, nuestra soberbia, nuestro voluntario desconocimiento, hace que no le dejemos entrar por las rendijas que tenemos abiertas en la vida. No, si yo tengo fe y me lo digo para creérmelo.
Si tuviésemos verdadera Fe, entregada Fe, seríamos capaces de ponernos en las manos de Dios sin discusión, sin aspavientos, sin forzar nada para nuestros adentros. Si tuviésemos verdadera Fe, pediríamos al Señor que nos ilumine con la Luz del Santo Espíritu cada vez que tengamos que hacer algo, desde lo más nimio hasta lo más grande, desde lo cotidiano a eso que puedes incluso poner en peligro el "pellejo". Pediríamos que Él pusiera las palabras que tengamos que decir, que escribir, que callar...
Si tuviésemos verdadera Fe, nos alegraríamos con esa luz que entra en la rendija de nuestra vida a cada instante para hacer morada en nuestra alma.
Porque cuando Jesús ascendió a los Cielos lo hizo para quedarse para siempre junto a nosotros por medio de la Eucaristía y del Espíritu Santo.
Tengamos un corazón dócil, humilde, sencillo, para recibir con alegre gratitud ese inmejorable regalo, ese don, esa entrega de Amor que nos hace Dios cada vez que el Espíritu Santo hace morada en nuestra vida.
¡Feliz Domingo de Pentecóstes!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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