Buen día nos dé Dios.
Hoy me he levantado mirando al cielo y no porque vaya a llover sino pensando en esos nuestros ángeles que nos protegen, nos cuidan, nos miman... Esos ángeles del Cielo y también de la tierra.
Porque...
Hay ángeles de la guarda
custodios que nos van protegiendo,
hay ángeles que nos cuidan,
nos ayudan, protegen en el desaliento.
Hay ángeles que dan su vida,
por la vida de los más pequeños,
los que con entrega sin medida,
haciendo realidad nuestros sueños.
Hay ángeles que son angelitos,
ángelitos de los los buenos,
de los que cantaban Machín,
esos ángelitos negros...
Hay ángeles con alas,
los hay con sombreros,
los que aun tienen que ganarlas,
los hay en cada casa, en cada pueblo.
Hay ángeles sin caras,
y también los que conoces,
los que siempre te acompañan,
los que nunca se esconden.
Hay ángeles celestiales,
hay ángelitos buenos,
los que están en tu paisaje,
los que están en nuestros recuerdos.
Pero también hay ángeles caídos,
los habitantes del infierno,
los que viven en el Mal,
los que matan sabiéndolo.
Esos ángeles cuando están,
se les nota en miradas, gestos,
silencios, palabras, obras,
que destruyen sabiéndolo.
Y parecen buenos...
y llevan las alas tirantes,
pegadas con el sufrimiento,
sin importar quién tiene delante.
Esos ángeles caídos,
caídos del mismo Cielo,
agarran a los perdidos,
queriendo destrozar a los buenos.
Esos ángeles malditos,
militantes del infierno,
no son ángeles, amigo,
son demonios por fuera y dentro.
Hoy mientras me levantaba estas palabras se iban construyendo en mi mente a modo de reflexión.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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