Buen día nos dé Dios.
¡Amanece que no es poco!
Amanece en el día que vivimos y siendo un inmenso regalo tenemos también que amanecer desde nuestro interior porque haciéndolo así viviremos en la felicidad y entregaremos esta a los demás.
Tenemos que amanecer cada día a la Fe, al Amor que nos entrega cada instante el Señor, a una vida plena en virtudes que nos hagan ser mejor siempre.
Amanecer al Perdón, a luchar con la poderosa arma de la Oración contra los que caminan en el Mal para que el Espíritu Santo nos ilumine de como actuar, como plantarles frente porque a los secuaces del maligno hay que mirarlos a los ojos, alma no tienen, y decirle que no, no todo está permitido...
Amanecer a la Alegría que es la única forma que podemos vivir los que somos de Cristo, los que tenemos a la Iglesia como Madre. La ira, el rencor, el odio solo llevan a la destrucción. La tristeza a la deseperanza que es ver todas las puertas cerradas cuando en realidad están entornadas.
Amanecer a la Vida con un testimonio creíble, con una veracidad entre lo que se piensa, se dice, se hace, con un fidelidad extrema en que Dios siempre está contigo a las duras y a las maduras.
Amanecer al Amor puro pues nada hay más satisfactorio que Amar y sentirse Amado.
Amanecer a esa clase de Valentía en la que no importa sacrificarte hasta llegar incluso a la defenestración, al martirio, e incluso la muerte por defender a Dios ante los enemigos de Él y de todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Si Dios está en mi vida ya me atrevo con todo.
Amanecer a la Esperanza, la eterna Esperanza, que en verdad no duerme conmigo pero me levanta todos los días, que es ese necesario aldabonazo que necesito cada día para enfrentarme a la ambigüedad, a la apatía, al pesaroso hastío y que no es un color pero yo la pinto de verde.
Sí, cada día de nuestros días debemos Amanecer a la Esperanza...
¡Feliz lunes!
Os deseo una buena noche, feliz descanso, y que Dios nos siga bendiciendo.
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