Buen día nos dé Dios.
¿Hace viento o a mí me lo parece?
Hoy viernes cuando me he levantado, aún no había ni amanecido, he encendido el móvil pues cada noche lo apago ya que también tiene derecho al descanso y he visto como multitud de alertas por viento costero se señalaban en esta zona de Cádiz. Cuando venía para el trabajo el coche se movía y cuando salí del mismo tuve que enfrentarme a esta inclemencia para poder dar un solo paso.
Y cuando todo esto sucede nos pasa siempre lo mismo, nos damos cuenta que nosotros no podemos manipular ni el viento, ni la lluvia, ni la nieve, ni el sol ni la luna. Que hay cosas, por muy inimaginable que nos parezca, que los "perfectos" seres humanos no solo no podemos controlar sino tampoco manipular y eso nos hace caer en la cuenta de nuestros límites, de nuestra finitud, de que ni somos poderosos ni lo seremos en la vida.
Nosotros entendemos el poder de otro modo, el de ponerte por encima del resto, ser distinguido, elogiado, hacer y deshacer a nuestro antojo sin medida para nosotros aunque sí para los demás. El poder que nosotros pretendemos es el que no se discuta, el de no permitir que se piense de forma distinta, el de crear un mundo a nuestra "imagen y semejanza" donde el resto de los mortales son prescindibles, donde la dignidad se confiere según sirvas y por supuesto donde Dios ni se le espera porque le hemos cerrado puertas con fuertes cerrojos.
Nos creemos señores de la vida y de la muerte, nosotros decidimos, nosotros con el poder conferido que nos han otorgado nuestas propias traiciones no nos consideramos superiores sino que en verdad lo somos.
Después pasa que viene el viento, el mar se crispa, llueve torrencialmente, nieva, la niebla no nos deja ver... Y no somos capaces de hacer nada.
Después pasa que llega el dolor, los padecimientos, las enfermedades y la forma en la que debemos asumirlas desde la humildad, desde esa mansedumbre tan necesaria que no tiene otorgado el que en el poder ha basado su vida y entonces decae.
Después pasa que llega la muerte que nos iguala a todos porque ni el más poderoso del mundo ni el más desfavorecido puede comprar ni un solo segundo de vida al dueño y señor de la misma que es justamente Dios.
Después pasa que ese poderoso que ha hecho de su vida no un servicio a los demás sino al espurio interés que lo encumbró que cuando la fría muerte le llega y piensa que en la negritud de la tumba está el final se encuentra con la sorpresa que no es así, que Dios lo espera con misericordia y también con justicia, la única verdadera porque no admite intereses.
Aprovechemos este día de viento para que las ideas, los pensamientos, no se disipen y podamos hacer de nuestras vidas camino seguro que nos lleve a la Verdad y la Vida.
¡Feliz viernes!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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