Buenos días Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
Me gusta escuchar las campanas de mi Iglesia de San Miguel Arcángel, me gusta como anuncia la celebración de la Eucaristía, como anuncia que algún vecino nos ha dejado, como anuncia y nos llama a vivir estemos donde estemos, vivamos donde vivamos, la Fe.
En verdad el tañido de las campanas se convierte en esa necesaria melodía para el alma que necesitan muchas veces pequeños toques de atención pues estamos demasiados absortos en miles de frentes y la mayoría inútiles.
En verdad la melodía de las campanas nos recuerda, por muy lejanos que nos podamos encontrar, la cercanía de Dios con cada uno de nosotros.
Sé que a algunos le molesta pero también sé que a los que eso le ocurre les molesta todo de todo pues viven en esa continua inconformidad de los que se rebelan no ya contra el mundo sino consigo mismos.
Y la vida es tan sencilla...
La vida es fácil pero somos nosotros que caminamos cegados por un camino sin paso firme y menos mal que de vez en cuando escuchamos las campanas que nos dan ese norte, esa guía, para poder con quién constantemente se hace el encontradizo: Jesús.
¡Feliz lunes!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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