21 de abril. La Belleza.

Buenos días Villaluenga.

Buen día nos dé Dios.

Me gusta como discurre un arroyo de forma pausada, tranquila, sosegada, emitiendo ese sonido que nos transporta, que nos hace ver que el ruido que en muchas veces estamos absortos no solo nos perturba sino que nos atonta creando seres no tanto inútiles sino inutilizados.

Ese arroyo que cuando hace buen tiempo calma el espíritu y cuando llueve observa que hasta con la fuerza de su bravura nos envuelve con imágenes que son pura belleza.

¿Habéis observado lo descuidada que está la imagen de la Belleza?

Ahora lo zafio, lo ordinario, lo que nos aleja de esos cánones que siempre la han definido son las que venden al mundo como imágenes de belleza.

La belleza es un producto de quita y pon, una simple etiqueta con la que mercadear, un artículo que se ha vulgarizado y que todos creen poder comprar.

Pero la Belleza, la auténtica, la verdadera, no se compra ni se vende, es un don que el Señor otorga a los que saben admirarla, cuidarla, protegerla...

La Belleza es un todo que puedes distinguir en cualquier parte si ves con los ojos del corazón, con los ojos que no viven en el interés personal, con los ojos que no piensan en sacar réditos para ellos mismos.

La Belleza puede ser una cosa, un lugar, una persona, un momento, puede ser eminentemente espiritual, es eminentemente espiritual porque sin lo uno no puedes captarla de verdad, sin colorantes ni conservantes.

Podrás vender algo por bello pero si tu gesto no es noble afea todo lo demás. Para hablar desde la Belleza lo tienes que hacer de corazón y a corazón abierto. Sin pedir nada y ofrecer todo. La Belleza, lo inmensamente Bello, ni se compra, ni se vende, ni se alquila, ni se pone en una estantería ofreciéndose al mejor postor.

Porque..., ¿A ver quién es capaz de vender, comprar, alquilar, ese agua libre que discurre por el arroyo ofreciéndonos su paz, su sosiego, su tranquilidad, su Belleza?

¡Feliz sábado!

Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.