sábado, 27 de enero de 2018

27 de enero. Es triste vivir sin haber vivido...


Buen sábado Villaluenga.
Buen sábado nos dé Dios.
Hoy no he abierto el ordenador hasta ahora porque esta mañana cuando me levanté vi un día tan bonito que me dije: ¡Tienes que vivirlo Jesús! ¡Dicho y hecho!
Cogí a Enriqueta, ella se puso contentísima pues le encanta nuestros kilométricos paseos, y nos fuimos a caminar, a embebernos de un gélido aire puro, de un verdor propio de lo que tiene vida y que es el color predominante en el campo, en el prado, en la montaña. Para gozar y parar la mirada en ese cofre blanco que conforma este bendito pueblo en medio del Caíllo.
Y me fui paseando sus calles a buen paso porque el frío se acrecentaba por minutos, degusté la tranquilidad de un pueblo donde muchos estaban trabajando, trajinando en sus casas o en sus cosas...
Sí, recorrí Villaluenga con la tranquilidad y la confianza de sentirnos en Casa porque hay sitios, no me llaméis exagerados, que transmiten esa paz necesaria, esa confianza, esa calidez, que es propia de una madre para con sus hijos.
Ahora, una vez en la Atalaya, he vuelto a abrir el ordenador para encontrarme cara a cara con la "ventana" del mundo que nos rodea y que aquí parece más lejano pues está más allá donde se pierde la vista tras la montaña.
Cada día es un regalo de Dios que hay que saber aprovechar, hay que sacarle el necesario jugo, hay que alimentarse con lo que te enseñe, porque es muy triste vivir sin haber vivido.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario