Buen día nos dé Dios.
Antes que nada os deseo a todos un FELIZ VIERNES.
Hay imágenes que quieras o no te hacen pensar, te hacen meditar, pues son en si respuestas a muchos interrogantes que tú mismo te planteas y que no eres capaz de responder porque entre otras cosas no tenemos tiempo ni para nosotros mismos.
Esta fotografía de una tarde en mi bendito pueblo de Villaluenga del Rosario con los claroscuros propios de un anochecer que anuncia tormenta me hace pensar.
Cuando la vemos podemos decir que preciosidad, como las nubes conforman un uniforme tapiz ocultando la inmensidad del infinito firmamento o también siendo prácticos podríamos pensar que es ciertamente una locura está fuera cuando esas nubes densas y bajas nos anuncian que lloverá de aquí a nada y que por tanto es mejor resguardarse de un temporal más que previsible.
Pero hay otras clases de nubes que no son las que vemos en el cielo. Son esos negros nubarrones que entran en nuestras vidas para anegarlo todo. Esos nubarrones que causan preocupación, tristeza, crispación, desesperanza...
Sí, esos nubarrones de la enfermedad, de abandono, de paro, de desprestigio, de humillación, de persecución, de traición, de...
Nubarrones que parecen traer también una densa niebla que haces que no veas ni la palma de tu mano. Nubarrones que te llevan en muchos casos a una clase de hundimiento en lo personal que haces que te abandones y no les prestes atención a nada, a nadie y menos a tí mismo.
Esos son peores que los que anuncian la inminente lluvia que despejará el ambiente y llenará pantanos pues, salvo cuando cae torrencialmente, el agua es Vida.
Pero de esos nubarrones se sale, esa niebla también se disipa, cuando tienes Fe. Fe en Dios que hace que también la tengas en ti. ¿Qué cuesta llegar a eso? ¡Por supuesto! Somos humanos y todos tenemos nuestro corazoncito, pero cuando consigues llegar verás como todo lo que te preocupaba, todo lo que te entristecía, todo lo que te hacía mal, desaparece como las nubes del cielo o la niebla de tu mirada.
Solamente hay que tener predisposición para afrotar las situaciones desde el valor, desde la Esperanza, desde la Fe. Si tu quieres y Dios está contigo eres invencible.
Todos hemos pasado por esas etapas de la propia vida, miente el que diga lo contrario, pero cuando las superas y las dejas detrás te convierte en una persona más fuerte y también más sensible porque el dolor humaniza.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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