Buenos días Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
Hoy este sábado me sabe distinto después de una semana que me ha cansado bastante, hoy este sábado ha amanecido con un sol amable, un día en el que apetece pasear tranquilamente y disfrutar de cuanto nos rodea que es más de lo que vemos y percibimos.
Hoy este sábado es para aprovecharlo, vivirlo a cada instante, porque después nos pasa lo que todos los días que hacemos todo tan deprisa, miramos el reloj aunque no lo llevemos en la muñeca, tenemos tantos frentes abiertos, tantos flecos que coser que pasa la semana, los meses, los años, sin apenas darnos cuenta y cuando lo hacemos estamos celebrando la venida de uno nuevo.
Los años pasan y nosotros envejecemos sin haber vivido cada instante de nuestra propia vida.
Por eso cuando me he sentado en mi sillón de la Atalaya teniendo como paisaje la montaña gris más oscura porque el cielo tiene un pequeño velo que lo hace más íntimo, más romántico, pensaba escribir esta reflexión pero al ver los ojos de Enriqueta que no se separa de mí un solo instante como diciéndome, ¿Te vas a quedar ahí sentado con este precioso día que Dios te ha regalado? La miré, le toqué su peluda cabecita y le dije que tenía toda la razón que este inmenso regalo de este maravilloso sábado que de nuevo nos ha regalado el Señor merece la pena el aprovecharlo al máximo. Y en eso estamos, en eso estamos...
¡¡Feliz sábado a todos!!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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