Buen día nos dé Dios.
¿No habéis escuchado nunca esa expresión "como el perro y el gato"?
Cuando algunos no se llevan demasiado bien, cuando existen diferencias tan palpables que se demuestran tanto en público como en privado, cuando no se congenia con otro, lo normal es que digan que se llevan "como el perro y el gato".
Y es normal porque entre perros y gatos existe una normal antipatía, una normal desconfianza, que hacen que se ataquen sin muchos miramientos.
Pero después llegan las excepciones pues algunas veces ves a perros que simpatizan con los gatos y gatos que pasan de los perros. Como es el caso de Enriqueta con Pitufino o con el gato Pascualín, el negrito que se ve en la imagen, con Enriqueta.
¿Qué quiero decir con todo esto? ¡Pues que no debemos generalizar! Que nos debemos quedar con las particularidades, con las excepciones que pueden confirmar la regla pero que valen mucho la pena.
Porque muchas veces nos dejamos llevar por las opiniones de los demás en relación a ese o aquél al cual etiquetamos incluso antes de conocer.
Reconozco que a mí me gusta detenerme en las excepciones, en las particularidades, en ese paréntesis que hace que el mundo sea diferente y por tanto más habitable porque meternos todos en un mismo saco además de aburrido se convierte en algo demasiado vulgar.
Aprendamos a ver la vida desde esos pequeños gestos, esas minúsculas cosas, que la hacen mejor y mucho más saludable a todos.
¡Feliz miércoles!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario