Buen día nos dé Dios.
Porque cada día es nuevo y diferente, porque la vida sigue y debe seguir, tenemos que poner todo de nuestra parte para arrimar el hombro y colaborar en lo que seamos necesario, en lo que se nos requiera.
¡Basta ya de mirarse el ombligo! ¡Basta ya recordar esos tiempos que no volverán salvo que tú los vuelvas a revivir aquí y ahora! Nos pasamos la vida mirando al pasado cuando lo que en verdad tenemos que realizar y hacer lo que debamos en nuestro presente porque el mañana, que es el futuro, siempre está y estará por llegar.
Entre que no dejamos el pasado pasar y anhelamos que llegue mañana vivimos una vida algo estática. Hay que trabajar hoy para lograr un mañana mucho mejor aunque no tanto por nosotros sino para las futuras generaciones. Nosotros somos albaceas del presente ni más ni menos.
Y la vida sigue y tiene que seguir aunque nosotros nos paremos, aunque tengamos que apartarnos del camino, aunque nos inunde la tristeza o la alegría nos confunda la realidad. Sí, la vida sigue y debe seguir porque si nosotros no podemos seguro que otro si lo hará.
Jesús nos enseña que no debemos estar pendientes de lo que ha de venir, que no debemos preocuparnos, pues tanto el pasado, el presente como el futuro está en mano de Dios que es Señor de los tiempos.
Hay personas que no disfrutan de lo que tienen, de lo que hoy pueden hacer, del aquí y ahora, porque siempre está pensando en ese mañana que ha de llegar y que seguro no llega porque nuestras limitadas pretensiones no alcanzan ver la grandeza de la vida viviendo como un milagro sus pequeñas cosas.
Esta imagen que ilustra la reflexión es de una grandeza inmensa en su pequeñez pues vemos que la vida sigue, que la vida es un continuo continuar...
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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