Buen día nos dé Dios.
¡Que nos gusta enredar la madeja de cuanto hacemos o escuchamos!
Si en vez de trabajar, realizar lo que tenemos que realizar sin más perderíamos menos el tiempo y sobre todo nos salvamos de marearnos la cabeza con los posteriores si me dijo te dije.
Muchas veces se nos va la fuerza por la boca, muchas veces pensamos que todo le confiere a todo el mundo pues si no no le daríamos tanta cuenta ni valoraríamos lo que puedan pensar de nosotros.
Y es que viendo como está el patio pienso que en demasiadas ocasiones vivimos nuestra vida para dar cuenta a los demás porque necesitamos que nos la aprueben constantemente.
Aprendí hace ya mucho que tengo que vivir mi vida, cometer mis propios errores, caerme para después volverme a levantar, hacer lo que crea deba hacer sin tener muy en cuenta la opinión del resto pues a algunos les caerá bien y otros en la vida vas a conseguir sean de tu "cuerda".
Solo el que vive su vida, intentando hacer el bien y ayudando a los demás, solo el que sabe dar sus propios pasos es el que al final el que consigue no tener la admiración del resto sino que valoran la valentía de ser tu mismo frente a los demás.
No hay nada más triste que vivir una vida uniforme, vestir igual, escuchar la misma música, ofrecer una misma opinión pues parece que en vez de seres humanos somos objetos de fábrica que llevamos marcados un número de serie.
Dios nos hizo únicos y exclusivos para que siéndolo, hagamos lo que hagamos, demos honra a su Nombre. Siendo una simple imitación, llevando una vida tan falsa como es el vivir como los demás hace que perdamos nuestra esencia, nuestra singularidad, nuestra originalidad.
Hagamos lo que tengamos que hacer pero con menos ruidos y más efectividad para que todos sepan el sello de autenticidad que debe imprimir cada uno de nuestras obras y gestos en esta vida.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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