jueves, 16 de noviembre de 2017

18 de noviembre. ¡Qué difícil nos es ponernos en la piel del otro...!

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Buen día nos dé Dios.
Todos los días me "enfrento" al teclado y la pantalla en blanco con la mente más en blanco que la misma pantalla pues aunque gusta pensar y reflexionar en muchas ocasiones el cansancio o los frentes que tienes abiertos te hacen no fijarte tanto en las cosas.
Pero siempre hay un momento, un sitio, un instante, una persona que te abre la puerta a tu propio horizonte y entonces captas las ideas que fluyen en cada momento con una intensidad que incluso lo puedes tocar.
Si Dios te ha dado la facultad, el talento, de poder crear algo de la nada para materializarlo tiene también que haberte regalado un corazón sensible y sensitivo, una capacidad de ponerte en la piel del otro ya sean cercanos o lejanos, amigos o desconocidos, los queramos o esos que no nos caen bien e incluso no nos pueden ver ni en pintura.
Porque que difícil es ponerse en el pellejo del otro. Mucho de lo que nos pasa es por no comprender lo que le está pasando a los demás porque a lo mejor tiene el trato que tiene, el carácter se le ha agriado porque tiene problemas en su casa, porque no se encuentra demasiado bien.
Cuando en nuestro camino solo existo Yo nunca seré capaz de captar cuantos caminan conmigo, cuantos se han parado porque no pueden más, cuantos han aligerado el peso o cuantos han cogido esa bifurcación que los lleva por otros lares.
Sí, dice el Señor que tenemos que ser caritativos con nosotros mismos pero lo que no podemos hacer es caer en esa clase de egoísmos en el que solo exista yo y mis circunstancias porque además de engañoso y es vivir la vida en modo y manera de aburrimiento supino pues tu vida sin el complemento de los demás, de las vivencias, de disfrutar de esos rincones, de compartir las alegrías y también las tristezas tiene a estar vacía.
Ayer como hoy y siempre pido a Dios que mantenga mis corazón sensible y sensitivo para poder captar todo cuanto ocurre aunque cuando creemos no ocurre nada.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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