Buenos días Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
Hoy cuando me he sentado en mi sillón frente a esa ventana que me abre la mirada a la montaña en este bendito rincón llamado Villaluenga del Rosario he visto la leña apiñada junto a la chimenea que todavía no ha sido encendida pues tenemos un otoño primaveral.
Me he quedado mirando los trocos de encina ya secos del tiempo que llevan y que se encuentran esperando a cumplir su función que es darnos y proporcionarnos calor.
Y esa en definitiva debe ser nuestra vida: Ofrecerla para servir y dar el calor de la amistad, del amor, del perdón, de la alegría, de la Esperanza a nuestros semejantes.
Hoy por ejemplo tengo una tarde completa pues me han llamado para que echara una mano y mi contestación ha sido por supuesto que Si y además dando las gracias porque es un privilegio no solo el estar allí sino contar con la confianza de tan buenos amigos.
La vida del cristiano debe ser la del servicio constante ofreciendo todo tipo de facilidades a quienes van a tu encuentro y te piden lo que crean oportuno.
El discípulo de Jesús no es un divo, un artista, una personalidad, sino que es el primero que se pone a servir a los demás, se arremanga, realiza y después se marcha sin vítores y aspavientos.
Jesús es el modelo de humildad, de sencillez, de mansedumbre que debe imperar en nuestros actos y en nuestra vida.
Como los troncos de buena leña que esperan pacientemente a que venga el frío y prestar su último servicio para dar el necesario calor de hogar.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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