Buenos días Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
Me gusta asomarme al balcón de la vida y admirar la inmensidad que se abre ante nuestras miradas. Sí, es perder la noción del mismo tiempo y ser capaz de captar la esencia de esa dimensión que todos tenemos y que solo algunos le damos un trato preferencial en nuestras vidas.
Sé que lo que os estoy diciendo no es fácil de comprender ni mucho menos porque es dejar de ver lo que pasa aquí y ahora y dejarse llevar por las cosas del espíritu, del corazón, donde se conforman los mismos pensamientos.
En un mundo donde todo ha de hacerse deprisa y corriendo, que lo que importa es el vil metal, que tanto tienes desgraciadamente tanto vales, que si te codeas con cual eres mejor o peor visto. Sí, en este mundo de las apariencias donde todo es tan irreal, tan ficticio hacer que todo se pare y plantarte a mirar ese horizonte que todos tenemos y pensar es un privilegio solo al alcance de corazones abiertos y llenos de sensibilidad.
Por eso me gusta parar el paso, echar el freno, y perder la mirada en esa inmensidad que me rodea y que siempre busco porque así me encuentro bien y sobre todo me reencuentro a mí mismo.
Por que Dios no hizo nada al azar...
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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