Buen día nos dé Dios.
Comienza una nueva semana y lo hace con el día que menos gusta de todos como es el lunes.
El lunes es un día como otro de la semana si lo miramos con criterio de fijarnos simplemente en el calendario pero, ¿Por qué lo rechazamos tan abiertamente?
El lunes es el comienzo de una semana agotadora a base de obligaciones, de salir de casa cuando ni ha amanecido y llegar por la tarde si se tiene la fortuna de trabajar. Los niños empiezan sus clases y a los padres se les une sus propias responsabilidades con las obligaciones no solo de llevarlos y traerlos sino de completar la agenda con las mil actividades extras que lleva parejo el curso escolar. Quienes aparte se dediquen a otra cosa, tengan que atender otras obligaciones que no tengan que ver con sus funciones profesionales pues también le dedican horas del día, que en muchos casos no tienen, en hacer frente a las mismas. Todos demasiados ocupados, todos con muy poco tiempo para disfrutar de los suyos, todos acabando al final de la tarde mirando la televisión con la mirada perdida en su propio agotamiento. Acostarse pronto que hay que descansar algo porque mañana, que será martes, mucho más...
Y claro si tenemos así concebida la vida es normal que después del "parón" necesario del fin de semana odiemos literalmente al lunes que es el indicador de todo lo que nos agobia, hastía y llega incluso a amargar.
Pero la culpa, si lo pensáis bien, no es del lunes sino de la forma en que cada uno de nosotros ha enfocado su vida, como se toma la misma, como la desarrolla, como nos dejamos intoxicar un día si y otro también con tantos comentarios negativos, tantas quejas, tantos agobios para llegar al sitio donde..., para ser el mejor de todos en el trabajo sin importar a quién tenemos justo al lado, para hacer que nuestros hijos estén tan sumamente preparados habiéndoles cercenado en pos de un futuro bienestar de lo que es normal a su infancia y primera juventud y si nos metemos y comprometemos en mil cosas que no podemos llevar a cabo...
Sí, pienso que por eso mismo, por la vida que llevamos a cabo, tenemos tanta fobia y tanta inquina a los lunes que si en vez de llamarse así se llamara de otra forma sería igual.
A lo mejor es hora de replantearse nuestra propia vida antes de que sea demasiado tarde. ¿Pero quién le pone el cascabel al gato?
¡Feliz semana!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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