Buen día nos dé Dios.
Un nuevo lunes, una nueva semana, un mes que poco a poco va finiquitando sus días para dar paso al último del año y el más alegre de todos pues es cuando nace Jesús de nuevo en portal de Belén.
Una nueva semana donde todo está por escribir, por hacer, por realizar...
Es lo bueno que tiene el entender la vida como ese regalo nuevo y maravilloso que nos hace Dios cada día pues al ser siempre nuevo todo se puede hacer de nuevo. A lo mejor es hora de cambiar el chip y hacer de nuestra vida una aventura sin dejar de hacer lo que hacemos a diario. Es asumir riesgos, dando ese necesario paso adelante, en esas cuestiones en las que nunca nos atrevemos afrontar y que permanecen mudas, que no calladas, en los recovecos de nuestra memoria.
Para mi los lunes, como bien podéis entender, son duros pues significa el primer día de los cuatro que me quedan para volver al lugar donde me encuentro en Casa, donde me siento en Hogar, como es mi bendita Villaluenga del Rosario y también porque hoy es el día en el que programo todo cuanto tengo que escribir en esta semana ya sea para mi artículo dominical como el de los viernes en torno a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado o aquellos donde doy la opinión la doy a mi manera. Son días de sufrimiento y gozo cuando ves que lo que tenías pensado se va haciendo realidad según las palabras se escriben en la hoja en blanco.
Sí, hojas en blanco como lo es nuestra vida que cada día a cada instante escribimos nuestra propia historia en un libro que será más extenso o menos según los designios para que tenga marcados para nosotros el Padre Dios.
Lo que debemos intentar por todos los medios es que al final la historia de nuestra vida sea apasionante donde se transmita Amor, Paz, Felicidad, Fe y Esperanza. Un libro que de gusto leerlo, recordarlo y tenerlo cerquita a ti.
Somos nosotros en nuestro día a día los que debemos evitar por todos los medios que nuestra vida sea un libro de terror donde el miedo no nos deje tranquilos y haga que quién lo comparta se sientan mal.
Escribe cada día el libro de tu vida y ponte en manos del Señor porque Él como nadie sabe escribir recto con renglones torcidos.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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