domingo, 23 de agosto de 2015

desde el tren. 23 de agosto.



Buen día nos de Dios.

Este domingo de agosto tardío Dios nos ha regalado con un amanecer distinto a lo que se suele vivir por estas fechas en estos lares.

Hoy ha amanecido con el cielo entoldado y una fina aunque pertinaz lluvia que parece como un delicado velo que abraza las montañas. Hace cierto frescor y aunque dentro de la casa se está muy bien cuando salimos a la atalaya sentimos como el mesurado frío nos cala al igual que la lluvia aunque ahora parece que se ha disipado un poco ese velo que envolvía mi bendito pueblo a primeras horas de la mañana.

Nosotros debemos ser como esa tierra seca que la fina lluvia de la Palabra y el Amor de Dios nos vaya impregnando hasta calar en lo más hondo de nuestros corazones.

Nosotros debemos ser tierra fértil para que el Señor siembre para después recoger.

Nosotros debemos ser ese fino velo que proteja nuestra fe ante tantas inclemencias que nos rodean en el mundo.

Nosotros debemos ser frescor evangelizador antes la aridez que nos quieren imponer los que son manejados por la maldad.

Nosotros debemos limpia lluvia y empapar tantos corazones resecos para demostrarles que no hay mayor Felicidad que dejarse atrapar por el Amor de Dios.

Nosotros, hoy domingo, debemos ir al encuentro de Jesús que nos espera en cualquier Iglesia del mundo para celebrar en comunión y entre hermano la Sagrada Eucaristía.

¡Feliz Domingo!

Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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