desde el tren. 29 de octubre. Te ofrezco mi mano.

Buenos días Villaluenga.

Buen día nos de Dios.

¡Te ofrezco mi mano!

En mundo tan abstraído de todo, tan individualista, tan escaso de compartir con los demás, tan lejos de la realidad que se vive en cada casa, en cada rincón donde todos vamos con la mirada puesta en los grises adoquines porque entre unos y otros hemos construido una vida gris a nuestro alrededor hoy ¡¡YO TE OFREZCO MI MANO!!

Me niego a caminar solo cuando lo puedo hacer acompañado, me niego a vivir en soledad momentos que puedo compartir y pueden compartir conmigo, me niego a mirar lo gris de un adoquín cuando puedo mirar la belleza y el color de la mirada de los demás, el cielo que nos alumbra, el mar, la montaña...

Me niego a huir de los sentimientos cuando puedo ofrecer mi cariño a los demás.

Me niego vivir en el desaforado desamor porque prefiero hacerlo en un mundo, que debemos construir entre todos, impregnado por el Amor.

Me niego a pasar por la vida de forma indiferente donde nada me importe, donde no me implique, donde no participe. La vida es demasiado corta para no vivirla con sus aciertos y desaciertos. Pensad que solo el que no hace absolutamente nada no se equivoca o si porque la mayor equivocación es precisamente no hacer nada.

Me niego olvidar a Dios por muchos ofrecimientos que me hagan de vivir una vida muy atrayente aunque carente de verdad. 

Me niego a no ser fiel con mis principios, pensamientos, opiniones, creencias porque si así lo hiciera no sería yo.

Me niego mirar para otro lado cuando pasa alguna persona que no me cae bien o me ha hecho daño.

Me niego a rodar por la pendiente de la indiferencia cuando hay tanto desde que te levantas y te acuestas que son verdaderos y únicos regalos que nos hace el Buen Dios.

Me niego a meter mis manos en los bolsillos y pasar como si nada cuando te la puedo dar y así compartir tanto en tantos momentos de la vida.

¡Te ofrezco mi mano! Tú decides si la aceptas.

Recibe, mi querido hermano, un fraternal abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

Hoy quiero dedicar esta reflexión a mi querido Manuel F. Lobato Lozano en su día. ¡¡Muchas felicidades!!