Buen día nos de Dios.
¿Cuántas veces hemos querido cerrar los ojos para que pase pronto la noche de nuestra vida, esa que no nos deja avanzar ni ver, y esperar a que amanezca para volver a disfrutar de esa mezcolanza de colores que preludian la majestuosa luminosidad del sol?
Y es cuando se instala en nosotros la noche vivimos apagados, temerosos, sombríos pues no llegamos a distinguir pues bien sabemos que todos los gatos son pardos.
¿Nos hemos puesto a pensar cuantas personas, incluso las que tenemos tan cerca, está pasando una interminable noche en su vida?
A lo mejor es que hay que detener el paso, aparcar lo que estemos haciendo y auxiliar con actitud de buen samaritano a nuestro prójimo que pueden ser las personas con las cuales convivimos cada día.
A lo mejor nos pasa que por estar en tantos frentes perdemos la noción del tiempo y no vemos si es noche o ya luce el sol.
La solución es y no es fácil. Puedes intentarlo por tus propios medios aunque al final puedes sucumbir a los propios miedos porque no vemos más allá de nuestra propia mirada.
Lo mejor es confiarte, abandonarte al Amor de Dios y con Él por medio de la oración, la Eucaristía y la Adoración vamos cogiendo las fuerzas necesarias para despertar a los despertares y ver que también en nosotros ha vuelto amanecer y ya el cielo empieza a colorear para dar paso al sol que nos alumbra y entonces podremos seguir caminando.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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