sábado, 15 de agosto de 2015

desde el tren. 15 de agosto. En el día de la Asunción de María.




Buenos días Villaluenga.

Buen día nos de Dios.

"El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes". Esta frase me retumbado en el corazón cuando hoy he vuelto a releer de forma meditada en Magnificat en el día de la Asunción de la Virgen María a los cielos.

¿Cuántos poderosos se creen tan poderosos que pisan a todos sin creer que al final todo pasa factura?

Porque no olvidemos que más tardes o temprano todos pasamos por caja, todos pagamos nuestras deudas y recogemos, si hemos invertido, nuestras ganancias.

Lo que hagamos en vida lo recogeremos al final de ella.

Si el poder se ostenta para uno, para conseguir y afianzar los intereses aun pudiendo pisotear, destruir y aprisionar al que tenemos al lado entonces no nos lamentemos cuando al caer del caballo sintamos rasgar nuestra piel cada piedra del camino y no nos sorprendamos que pocos se acerquen para ofrecernos esa mayo generosa que nos ayude a levantarnos, curar nuestras heridas, acompañarnos hasta que volvamos a caminar.

El que utiliza el dolor al final lo que ha sembrado no es que se vuelva en contra suya sino que vivirá en el más profundo dolor y tristeza porque no solo beberá ese angustioso brebaje sino que no podrá ni siquiera conciliar el sueño cada vez que la conciencia le diga el mal que ha hecho a los demás.

Dios nos quiere mansos, humildes y sencillos de corazón, como María que llevó estas máximas a su vida de entrega y fe, porque cuando habitan en tu vida la misma adquiere un sentido más amplio, más pleno, más absoluto, más lleno y si ostentas algunas responsabilidades, tienes cierto poder, lo administras como un servicio a los demás, al bien común, de entrega a todos, de beneficio de todos olvidándote incluso de ti mismo.

El poder no es malo sino las personas que lo ostentan.

Si la persona tiene ennegrecido el corazón la utilización de ese poder será destructivo y si la persona tiene su corazón abierto al amor y al bien el poder será una vía de servicio para trabajar por el bien y la felicidad de los demás.

Pero no debemos caer en el pensamiento de que al ruin debemos apartarlo sino tenemos que ayudarlo, de la forma que sea con oración, gestos, actitud, para que se de cuenta de que existe otra forma de vivir.

Dios enaltece al humilde, al que se humilla, al que humillan, al que persiguen, al que ama y se entrega a todos en un mundo cada vez más alejado de Él. Dios nos ama a Todos sin excepción e incluso al que no ha dejado que el Señor haya entrado en su vida por miedo, odio, indiferencia...

Pero ahí estamos nosotros, ¿No creéis? Para ayudar al ciego a ver.

En este precioso día en el que conmemoramos la Asunción de la Santísima Virgen María os deseo todo lo mejor y elevo mis oraciones por todos.

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