Buen día nos de Dios.
El verano se va encaminando hacia su final que como todo está más cerca por cada día que pasa.
Si algo me gusta del otoño es el cambio que percibimos del color del sol.
Ahora es blanco, rotundo, claro y en otoño el amarillo aparece más macilento, romántico, melancólico, íntimo...
Y en esas particularidades nos tenemos que fijar en esta reflexión de hoy.
En nuestra vida, en nuestra actuación diaria, en nuestro comportamiento y defensa de lo que creemos, decimos, pensamos y opinamos tenemos que ser sol veraniego claro, rotundo, iluminador porque eso nos hará testigos fiables de Amor de Dios.
Y también tenemos que tener y ofrecer momentos llenos de calidez, intimidad donde el macilento color nos haga más cercanos a todos los buscan y no se atreven a compartir.
Porque, ¡De qué nos sirve testimoniar con vehemencia si al final no resultamos cercanos a nuestro prójimo?
El testimonio de vida en la vida es fundamental porque así estaremos dando gloria al Señor que hoy y siempre nos recuerda que el principal mandamiento es Amar a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a mi mismo.
Feliz viernes.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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