Buen día nos de Dios. Nuevamente amanece un radiante domingo que simboliza la alegría de todos cuantos compartimos la misma fe que asistimos gozosos a celebrar la Eucaristía, nuestro particular encuentro con Jesús que sigue entregándose en Cuerpo y Sangre todos los días, a cada instante por nosotros. Muchas veces en Facebook nos ponen un mensaje y nos preguntan como estamos. ¿Le preguntamos a nuestros seres queridos, amigos, conocidos y también a los que nos son extraños alguna vez como están? Tiene triste gracia que un mensaje enmarcado de una red social supla lo que estamos obligados hacer nosotros con los nuestros y con los de afuera. ¿Nos preocupamos por los demás o simplemente pasamos de puntillas por sus vidas? En demasiadas ocasiones creemos que si preguntamos, nos involucramos en la realidad de los demás puede que acabe interfiriendo en nuestra singular comodidad la cual no queremos perder porque nos hemos convertido en "flojos" de sentimientos y compromisos porque cuanto más te interesas por los demás, más te tienes que involucrar con los que tienes a tu alrededor. ¿De qué me sirve el preguntar a alguien como está si no escucho sus palabras, si no hago mío sus sentimientos, si no pongo el granito de arena de la escucha, la palabra amiga, el brazo donde se puedan sustentar? El mundo que nos rodea y envuelve está de ruidos que nos distraen de todo y sobre todo de lo verdaderamente importante. Estamos metidos de lleno en un bullicio que nos avasalla y nos endurece el corazón hasta hacer que nuestra vida sea hosca, apática, insensible y gélida como el frío en el invierno. Hagamos todo lo que esté en nuestras manos para interesarnos por los demás porque al fin y al cabo una llamada, un mensaje, una visita no cuesta tanto y hace mucho bien. Feliz domingo, Día del Señor. Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos bendiga.
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