martes, 12 de agosto de 2014

desde el tren. 12 de agosto.

Buen día nos de Dios. El Señor nos quiere humildes, alegres e inocentes como los niños porque en ellos no hay doblez. ¡Pero nos cuesta tanto ser como niños! Es verdad, el mundo nos intoxica y nosotros nos dejamos intoxicar. Estamos tan acostumbrados a todo que nada nos llega a sorprender y así nos volvemos insensibles hasta llegar al caso de que nada nos sorprenda ni para bien ni para mal y eso es verdaderamente triste. Prefiero los ojos expectantes de un niño inocente al que todo le sorprende que la mirada mustia, triste y apagada por la desilusión de todos nosotros a los que parece que nada nos va a sorprender. Rezo a Dios para que me haga niño pues con los ojos de la inocencia se ve mejor el Abrazo de Padre Misericordioso. Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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