sábado, 16 de agosto de 2014

desde el tren. 16 de agosto.

Buen día nos de Dios. Dicen que la mejor defensa es un buen "ataque". Puede ser así si miramos desde la perspectiva humana y no de la fe. Si para defender nuestros criterios, nuestra gestión, nuestra forma de actuar, nuestros respectivos intereses tenemos que atacar a otros estamos muy alejados de los que Cristo nos pide y nos dice día a día en el Evangelio. Porque pienso y os pregunto ¿Si utilizamos esas armas para defendernos como se pueden sentir las personas que son atacadas? ¿Creéis que es bueno y necesario constantemente iniciar pequeñas guerras internas donde hay muchas víctimas, la imagen de muchos queda arrastrada, donde la principal víctima es uno mismo, el que inicia el ataque? Porque cuando se ataca no se hace desde la corrección fraterna sino desde implantar la duda donde no la hay, cuestionar lo que nadie pensaba asesinando de esta forma la imagen de los demás, minando sus sentimientos hacia el dolor y la impotencia de tener que aguantar muchos "dimes y diretes" sin saber de donde vienen y con qué razón. Sí, es verdad: La mejor defensa es un buen ataque pues mediante él habremos acabado moral y humanamente al que creemos nuestro contrario, nuestro adversario aunque eso difiera radicalmente con nuestras creencias, nuestra fe. Los cristianos no debemos actuar, por mucho que así pensemos, de esta innoble manera porque estaremos conculcando nuestros propios principios donde el otro, el adversario a aniquilar es nuestro hermano y a un hermano ni se le ataca, ni se le ofende, ni se le desprestigia, ni se le injuria sino se perdona, se reza y se le acompaña en la vida de fe con oración y ayudados por la Eucaristía. Lo demás son criterios humanos que van muy bien para los que no ven más que la gran viga la tienen en sus propios ojos. Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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