domingo, 6 de agosto de 2017

6 de agosto. Vive y sé Feliz.

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Buenos días Villaluenga.

Buen día nos dé Dios.

Hoy domingo escribo y comparto esta reflexión cuando la primera hora de la tarde marca ya en el reloj aunque como siempre se dice "nunca es tarde si la dicha es buena".

En estos días pasados en el que he vuelto a reencontrarme conmigo mismo he potenciado el valor de recordar y lo que es la grandeza de Dios que siempre me acuerdo de las cosas buenas, me acuerdo con gratitud, de todo lo que al cerrar los ojos aparece una sonrisa y lo menos bueno si lo ha habido mi mente lo ha borrado y doy gracias que así sea.

Con los años vividos, con la madurez instalada definitivamente en mí, con muchas suelas gastadas de tanto caminar, Dios me ha bendecido con una prodigiosa memoria para las cosas buenas, para los que hacen el Bien y una amnesia casi total para esos que han empuñado el arma, la afilada y asesina daga, y han intentado literalmente quitarme del medio.

Algunos todavía lo siguen haciendo: ¡Pobrecillos!

Quiero para mi vida y para la vida de los que quiero y me rodean una existencia sin demasiadas acritudes, donde resplandezca siempre la verdad, donde la generosidad y el buen corazón sean santo y seña, nuestro propio código vital.

Debe ser muy cansino el pensar todos los días el mal que puedo hacer a otros, debe ser atrozmente aburrido el mal pensar y debe ser angustioso el temer encontrarte con tal o cual al que tú no puedes ni ver porque te ha hecho lo que piensas te ha hecho aunque no le has ofrecido ni siquiera la oportunidad de explicarse, defenderse o simplemente corroborar que todo lo que se podía creer de aquél es incierto y una clamorosa mentira.

Debe ser muy cansado ser malpensado, ser rencoroso, ser soberbio, orgulloso y además creerse en esa potestad de la verdad absoluta.

A mí disculpadme que no entre en ese juego pues prefiero vivir desde el perdón, vivir desde el Amor, vivir en esa clase de Paz que la da Dios a todos y no todos saben apreciar.

Por eso esta semana he recordado mucho, por eso me he reencontrado conmigo mismo, por eso cada vez que cierro mis ojos sonrío pues lo hago desde la inmensa gratitud.

Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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