Buenos días Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
Han caído las primeras gotas de lluvia y el olor a tierra mojada envuelve nuestro respirar. La montaña hoy es más gris y el verde de la vegetación más oscuro, el prado aparece amarillo ante nuestras miradas de la hierba seca como cada verano.
Las nubes oculta el celeste cielo pero son nubes tímidas, de final de un verano demasiado intenso, demasiado caluroso, demasiado doloroso.
En Villaluenga se respira tanta Paz...
Ojalá esta lluvia se lleven los malos rollos que hay por todos los lados, el mal ambiente, las críticas argumentadas o no que solo hacen daño si se lanzan al viento sin más ni más.
Ojalá esta lluvia arrastre tanto orgullo como el que nos rodea, tanta soberbia, tantos desplantes, tanta maldad...
Y ojalá esta lluvia sirva para ablandar los corazones y dirigirlos hacia el Amor donde no existe lo malo sino que un corazón amante y amado es un corazón tierno, lleno de vida, predispuesto al Bien.
Esta lluvia primeriza de un verano al que todavía le queda por irse pero que ya empieza a despedirse porque septiembre es un mes donde los niños vuelven al colegio, las vacaciones se suelen acabar y ya no apetece trasnochar sino recrearse en la tranquilidad de un paisaje que se torna más tranquilo, de un sol que poco a poco empieza a amarillear, donde las noches tienen más horas y el día con menos claridad
Sí, todavía respiro este alimento para el espíritu como es este olor a tierra mojada de esta lluvia primeriza con la que Dios nos ha bendecido en esta mañana aquí en Villaluenga.
¡Y es que Dios nos hace tantos regalos que pasan inadvertidos antes nuestros ciegos ojos!
Porque Dios es también la lluvia, el perfume de la tierra mojada, esa sonrisa que tienes recordando tus ayeres, esos ojos llenos de ilusión, llenos de esperanzas con el que nos levantamos cada día de nuestros días.
Feliz domingo.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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