Buen día nos dé Dios.
Por la boca muere el pez!
Es un dicho muy conocido por todos.
Y además de ser verdad su literalidad se manifiesta en otros campos de la vida y sobre todo en ese género que siempre ha existido y existirá del llamado "bocazas".
Y es que cualquiera no puede pretender ser bocazas ya que requiere una preparación, una falta de conocimiento por una parte y un exceso por otra pero en este último caso va unido a la maligna soberbia que cada vez engorda más en sus entrañas.
El bocazas simplón lo es por su propia ignorancia que en muchos casos sirven de manipulación y que son temidos cuando abren la boca pues demuestran a las claras su memez.
El bocazas premeditado es ese que ha tenido poder y ahora no, es el resentido, el lleno de soberbia, el que dice las cosas por "casualidad", el que señala con inquisitorial dedo a todas sus víctimas a las que acusa y crea la maligna duda mientras esconden sus porquerías, penumbras, odios y soberbia con un mensaje de mano tendida.
Dios nos libres de la maldad de un bocazas que actúa con premeditación y alevosía.
La verdad es que a estas alturas del concierto prefiero situarme en esa otra orilla donde se busca la paz, la equidistante distancia con los soberbios, con los que solo se miran su ombligo, con los que se sirven de coto privado para disparar su metralla en ajenos, con los que cada vez que abren la boca para criticar la paja ajena cuando tienen una viga gorda y pesada sobre los hombres.
Pero reconozco enseguida a un simple bocazas y al que utiliza sus maquiavélicas argucias para llevar el ascua a su sardina.
Los dos tienen su peligro y en las dos clases, cuando pasa el tiempo que es una medida que Dios utiliza para hacer terrenal justicia, tanto unos como otros comprueban por sí mismos como por la boca muere el pez.
Dios nos libre de la maldad provenga de donde provenga.
Feliz miércoles!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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