domingo, 9 de julio de 2017

9 de julio. A los cansados y agobiados.

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Buenos días Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
Hoy Jesús en el Evangelio toca mi corazón pues me indica que si estoy cansado, agobiado, si no puedo más, ahí está Él porque solo a su lado seré capaz de encontrar mi descanso.
En un mundo tóxico con una sociedad que nos envuelve y nos aparta de lo que nos es beneficioso donde hay que hacer mucho e incluso mucho más, donde la Fe es algo que quedan para los viejos porque no está hecha para los jóvenes, donde se dan tantos mensajes contradictorios y se siembran tantas dudas, el vivir se ha convertido en algo agotador y muy cansino.
Todos los que estamos llamados al apostolado, que en verdad somos todos, tenemos que hacer frente a muchos frentes a base de palabras, acciones y sobre todo un veraz testimonio de vida. ¿De qué me sirve decir que sirvo al Señor si le doy la espalda una y otra vez, si lo niego en público y después ni siquiera me arrepiento?
¿De qué me sirve decir a voz en grito que amo a Jesús si no me hablo con mi hermano, si le vuelvo la cara, si lo critico sin piedad?
Ser de Cristo es muy difícil en los tiempos que corren porque es ponerte frente al mundo y salir literalmente escardados.
El Señor nos quiere mansos, humildes y sencillos aunque nosotros preferimos la altanera soberbia, el mirar por encima del hombro, en tomar distancias...
¡Qué equivocados estamos con el poco tiempo que tenemos!
Jesús nos dice hoy que vayamos junto a Él si estamos cansados y agobiados que nos aliviará.
¿A qué esperamos para ir al encuentro del Señor?
No olvidemos que Jesús es el mejor complejo vitamínico pues no da fuerzas, alegría, ganas de vivir y no nos destroza el estómago ni nos atonta.
¡Merece la pena ir a su encuentro!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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