Buen día nos dé Dios.
Cuando era joven creía que todo se conseguía por la fuerza, que todo se conseguía llegando el primero, que todo era más fácil de lo que en realidad es.
Cuando era joven era un ilusionado idealista que confiaba en los demás incluso en aquellos que mal quieren y son capaces de todo por borrarte del mapa.
Cuando era joven vivía una Fe joven.
Cuando era joven mi cara no sabía lo que eran las arrugas, mi pelo no conocía canas, mi cuerpo era pura vitalidad.
Cuando era joven creía que las metas se conseguían poniendo toda la fuerza en el asador.
Pero la juventud pasa y no es una enfermedad. Es una etapa de la vida muy importante que hace veamos todo desde la desbordante ilusión no pensando mucho en nada más.
Todos hemos sido jóvenes en alguna u otra manera.
Ahora en mi madurez camino despacio pues pienso que las prisas son siempre malas consejeras.
Ahora sé que no en todos se puede confiar aunque si a todos debemos tratar de ayudar.
Ahora sé que no importa tanto llegar el primero sino ser capaz de finalizar el camino.
Ahora vivo una Fe madura y madurada que es más plena, más honda, más vivida.
Ahora las arrugas surcan mi rostro, las canas van ganando la partida, la vista está algo más cansada, las fuerzas son las que son...
Ahora sé que para conseguir una meta hay que guardar las fuerzas pues no sabes lo que puedes encontrar.
Ahora miro con ojos de experiencia, sopesando cada momento, analizando las realidades.
Y ahora vivo degustando la madurez paso a paso, sabiendo que cada momento es único y que cada uno tiene que tener su tratamiento.
Ahora camino despacio, aunque tenga prisa, porque ya no me conformo simplemente con llegar sino necesito hacerlo bien.
Ahora vivo la madurez con la misma ilusión que la juventud.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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