sábado, 30 de enero de 2016

30 de enero. El valor de lo que no apreciamos.



Buenos días Villaluenga.
Buen día nos de Dios.
Tras una noche lluviosa alumbrada con relámpagos y algún guiño de la luz que parecía que un apagón de los de antaño se iba a producir y que no se produjo.
Tras una noche cálida alrededor de la chimenea, de sueños plácidos vencidos por el cansancio no hay nada mejor que abrir los ojos a un nuevo día y encontrarte con una nueva sorpresa que nos regala el mismo Dios.
¡Un precioso amanecer!
Nos fijamos tan poco en esos detalles, le prestamos tan poca atención a lo verdaderamente bueno de la vida y que son los pequeños momentos que nos pasamos la vida anhelando que lo más grandioso ocurra y la verdad el que así piensa su espera se convierte en constante.
El que espera desespera.
Pero el que espera y se encuentra con los pequeños detalles de la vida no solo no se desespera sino que vive todo desde la pasión.
Un amanecer único de los que siempre se ve en el puerto de las viñas,un atardecielo allá por la manga, ver el sol como cada día se recoge el sol por el Caíllo, la tranquilidad de observar la montaña como cambia de color según la posición del sol aunque para muchos siempre les parezca el mismo.
Un mar el calma o rompiendo con fuerza, la sonrisa y la transparencia de los ojos de un niño, la conversación a base de gestos cómplices entre los que se profesan el "Amor Gran Reserva", una buena conversación, esa oportuna llamada de teléfono cuando no se le espera, leer, pasear, escribir, pintar, ayudar, estar...
Sí, somos verdaderamente felices cuando acogemos las pequeñas cosas que son inmensas, grandiosas y que están al alcance de la mano.
Ese es el regalo de Dios para con nosotros todos los días.
Hoy sábado te deseo inmensamente Feliz rodeado de esas cosas, tan pequeñas y grandes a la vez, que nos hacen ser hombres y mujeres abierto a lo mejor que nos ofrece la vida.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario