lunes, 18 de enero de 2016

18 de enero.



Buen día nos de Dios.
La vida es una carrera en la que algunas veces correrás, otras caminarás, otras intentarás llegar a una de sus metas el primero y en otras simplemente desearás llegar.
La vida si es una carrera tiene que ser de fondo.
Conviene reservar las fuerzas porque desconocemos la longitud y la dificultad del trayecto y no es bueno agotarnos en el primer envite y acabar sentado en el primer sitio viendo como todo sucede y pasa sin poder hacer absolutamente nada de nada.
Debemos ir bien pertrechado, con suficiente líquido para cuando vengan las pájaras poderlas solventar con rapidez y sobre todo eficacia.
No es cuestión de ganar por ganar sino de que nos sirva y también a los demás que recorren el mismo camino.
El camino es igual para todos lo que pasa es que cada uno lo recorre según sus particularidades.
La meta y el que otorga el premio siempre es el mismo: Dios.
Tenemos que beber la isotónica de la fe para mantenernos firmes en el trayecto, nutrirnos con el Evangelio, alimentarnos de la Eucaristía y ayudar a nuestros hermanos que también participan en esta peculiar "carrera".
Somos atletas de Dios y como tales debemos entregarnos y prepararnos para lo que Él disponga. No somos ni primeros ni últimos somos miembros de un numeroso pelotón que corre por la carrera que es la vida llevando el Reino de los Cielos y el Amor absoluto que es Jesús por todos los rincones.
Habrá carrera más apasionante?
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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