Buen día nos de Dios.
Hoy permitidme que esta reflexión sea íntima, mía y también especial.
El visionar un vídeo que me ha enviado Hetepheres me ha hecho emocionar hondamente pues me ha traído recuerdos en torno a mi Fe, a mis vivencias compartidas, a las gratitudes de mi propio corazón.
Sí, he vivido y crecido con San Juan Pablo II y Benedicto XVI. El Papa Wojtyla ha sido el que me ha acompañado en mi niñez, juventud y entrada en la madurez. Papa misionero, Papa de brazos abiertos, Papa valiente que supo acabar con una lacra de la que él fue víctima, así como tantos buenos sacerdotes y hombres y mujeres de Iglesia, como el comunismo totalitario. Su Fuerza que movía las montañas hizo que se aunarán los esfuerzos para que el vergonzoso muro que separa Berlín y el mundo cayera y todos fuésemos uno.
Sí, el Papa Juan Pablo II nos conminaba una y otra vez con una frase que llevo impresa en mi corazón: "Sed Valientes, abrid las puertas a Cristo".
Y el Papa de mi madurez ha sido Benedicto XVI, hoy Emérito, que supo transmitir en cada gesto, palabra y silencio toda su inmensa humanidad, su envolvente humildad y su profundidad en la fe que era capaz de transmitir tanto por escrito y con palabras sencillas para que todos la entendiéramos.
Papa valiente que ha dejado mucho escrito y dicho que en su momento fue casi crucificado, me acuerdo de Ratisbona, y que en la actualidad vemos que se ha convertido en una realidad.
Grabada a fuego se ha quedado la imagen de este Papa anciano aunque fuerte como el pedernal cuando en la Adoración al Santísimo ante miles de jóvenes que se congregaron en Cuatro Vientos con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud de 2011 una tempestad de viento y lluvia azotó a todos y el Santo Padre permaneció en su sitio, cuando a lo mejor lo recomendable era que se resguardase, porque él tenía que estar con todos los jóvenes y con el Señor Eucaristía que permanecía en Adoración.
Esos momentos de Fe, de oración que se expandía por todos los sitios, que rodeaba literalmente al mundo me hizo ver que nuestro actual Papa Emérito era, como cabeza visible, la roca firme de la Madre Iglesia que por muchas tempestades que puedan caer permanecerá pues la sustenta Dios que es el mismo que muchos jóvenes y no tan jóvenes orábamos ante la Presencia de Cristo Eucaristía.
Sí, debo confesar que quiero y admiro con todo mi corazón al Papa Emérito Benedicto XVI porque es humilde además de valiente y supo marchar cuando ya sabía que con sus fuerzas no podía mucho más.
Papa que es un ejemplo de humildad, sencillez y fe que permanece apartado del mundanal ruido sabiendo que su sitio está en la oración y espero que en la escritura porque puedo decir a gala que me leído mucho de lo que él ha escrito y publicado aunque los libros dedicados a Jesús de Nazaret supusieron un antes y un después en mi vida.
Y porque soy un hombre que ha crecido hasta llegar a la madurez con dos Pontífices que cambiaron la historia del mundo con San Juan Pablo II y Benedicto XVI a los que quiero, admiro y me encomiendo hoy por hoy rezo por el difícil Pontificado de Francisco.
Me vais a disculpar porque hoy esta reflexión ha sido muy mía, muy personal, muy íntima y que por todo ello quería abrir mi corazón y compartirla con todos vosotros.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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