Buen día nos de Dios.
Hoy es de esos jueves en los que lucía más el sol y aunque sus rayos irradian calor y luminosidad a cada rincón no es lo mismo porque salvo Sevilla, Granada y Toledo el Sacratisimo Cuerpo de Cristo no sale a las calles hasta el próximo domingo dejando huérfano este jueves.
Todo se va preparando para recibir a la Augusta Presencia de Jesús por las calles de nuestros pueblos y ciudades. Carteles, proclamas, programación de actos que sirvan para introducir día tan importante para el católico.
Exaltaciones a la Eucaristía de enamorados de Jesús que se hace presente y permanece cada segundo de nuestro días con todos nosotros.
Me imagino a esa buena mujer de cualquier pueblo arreglando esa humilde maceta de vistosos geranios que anticipan la Presencia de Jesús en nuestras calles.
Estos días son muy buenos no para hablar a los hombres de Dios sino a Dios de los hombres, de nuestros hermanos, de nuestro prójimo que debemos amar como al Señor mismo en ese gran mandamiento que hoy Jesús nos recuerda en el Evangelio.
Y allí esperas en una esquina de la Iglesia apartada de casi todas las miradas pues a pesar de tu belleza y valor patrimonial no eres nadie sin Jesús Sacramentado que es el que da valor y sentido a todo.
Allí en los claroscuros de nuestra propias almas también nosotros esperamos poder albergar el Cuerpo de Jesús en nuestro cuerpo aunque nosotros lo tenemos más fácil pues se entrega a cada uno de nosotros en la Eucaristía.
Jesús nos quiere en cuerpo y alma aunque ahora somos nosotros los que nos toca corresponderles.
¡Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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