Buen día nos de Dios.
Pienso que todos conseguiremos cambiar el mundo hacia la Bondad, el Amor, la Entrega, hacia la dirección que nadie se sienta excluído y donde todos nos sintamos necesarios si somos capaces de olvidarnos de nosotros mismos, de las afrentas que en algún momento nos hayan podido hacer y nos ponemos manos a la obra para trabajar por el Bien común.
Y para hacerlo debemos dedicarnos, como dice nuestro querido Papa Francisco, a las periferias existenciales porque dedicándonos a ellas también lo haremos con el resto.
Cada uno desde su posición, por muy limitada que crea pueda ser, hará mucho si sabe donar su tiempo, sus talentos, sus conocimientos a los demás que son nuestro prójimo.
Esto pasa desde los altos dignatarios, sacerdotes, políticos, policías, militares, funcionarios, estudiantes, profesores... hasta el más amplio espectro social donde todos estamos llamados para ser y hacer algo provechoso de este mundo que Dios ha puesto en nuestras manos y que en demasiadas ocasiones por culpa de nuestros mezquinos intereses parece que no nos importa demasiado.
Jesús nos dijo esa frase que la olvidamos tan pronto: "Misericordia quiero y no sacrificios".
Y yo pienso, que visto como está el mundo en la actualidad, hace falta sacrificarse para ser verdaderamente misericordiosos. Sacrificar tu tiempo, tus comodidades, la percepción egoísta de nuestra propia realidad y ponernos manos a la obra, aunque nos cueste sangre, sudor y lágrimas, para llevar la misericordia, la caridad, el Amor entregado, el trabajo a todos y cada unos de nuestros hermanos haciendo de su vida más digna, más feliz.
En un mundo muy apartado de la Fe hace falta creer en Dios porque con Su Ayuda Todo se consigue aunque no en nuestros tiempos sino en el tiempo que el Señor tiene prefijado para cada uno de nosotros y que es el que más nos conviene.
Todos los cristianos, todos los católicos, estamos obligados a llevar el transgresor mensaje de Amor rotundo y absoluto de Cristo al mundo porque esa es la mejor forma, la más auténtica, de trabajar por el bien común.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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