Buen día nos de Dios.
Si importante es curar nuestros cuerpos cuando estamos enfermos o heridos también es ser sanado en el ánimo y espíritu.
Una enfermedad si no es irreversible, esas son valiosas puertas de entrada al cielo, o la mayoría de las heridas se curan con cuidados, esmero y sapiencia de médico, enfermeros o profesionales sanitarios.
Para las enfermedades mentales también existen facultativos y profesionales especializados en entender la mente.
Pero, ¡El alma quien lo cura?
¿ Algunas veces no os habéis visto superado y no solo es tristeza, ni apatía, ni amargura?
No, es un poco de todo esto que redondea una oquedad en el alma que hace que perdamos la alegría, la esperanza, las ganas de seguir trabajando por llevar el Amor de Dios a todos.
No, no es cansancio, no es tristeza, no es melancolía que nos lleva a una contumaz apatía sino que nos notamos como enfermos sin una enfermedad clara.
Y poco a poco perdemos la Esperanza que debe ser lo último en perder.
Cuando la negritud se instala en nuestra vida solo puede hacernos reaccionar el notar el Amor de Dios en nuestras almas para hacerlas revivir.
Orar ante Jesús en el Sagrario, encomendarnos a los brazos protectores de María Santísima, comulgar el Sacratisimo Cuerpo de Cristo que se ofreció para salvarnos, dejarte guiar por un sacerdote que bien puede ser tu director espiritual y confesar nuestros pecados que son verdadero lastre que nos entorpece en nuestro caminar.
Porque la verdadera curación del alma está en el Amor profundo, desprendido y absoluto que Dios nos tiene a todos y cada uno de nosotros.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.