Buen día nos de Dios.
Muchas veces queremos pensar que no es así aunque Dios nos muestra con gestos bien visibles que tiene preparada una misión para cada uno de nosotros.
Nosotros mismos buscamos excusas algunas de muchas peso para capotear el temporal de la mejor forma posible porque la verdad es que la encomienda la mayoría de las veces es dura, trabajosa y llena de incomprensiones.
¡Señor, aparta de mi este cáliz! Es lo que continuamente se nos pasa por la cabeza.
Sensación de intranquilidad, ahogo, sentirnos molestos, estamos más cansados de lo habitual y todo porque no tenemos fuerzas suficientes para luchar contra los designios de Dios.
Es como cuando una frágil embarcación encalla así estamos nosotros cuando no queremos admitir la encomienda que el Señor nos hace y así nos sentimos.
Después cuando nos damos cuenta de la realidad, que nunca es demasiado tarde porque la paciencia de Dios es infinita, y acogemos con ilusión y mucho respeto lo encomendado toda sensación de agobio desaparece pues sabemos que estamos haciendo todo para mayor gloria del Señor según su voluntad.
Dios nos conoce perfectamente, mejor que nosotros a nosotros mismos, y sabe de nuestras cualidades así como el peso que en cada momento podemos soportar.
Oremos mucho ante Jesús en el Sagrario para que el Espíritu Santo nos guíe e ilumine siempre, para que sepamos abandonarnos en los Brazos protectores del Amor de los Amores y con Él sepamos acatar lo que hemos pedido:
... Pero que siempre se haga Tu Voluntad Señor y no la mía.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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