Buen día nos de Dios.
Día triste y lluvioso en Villaluenga del Rosario tal y como corresponde al sentimiento de todo un pueblo ante la pérdida de un ser tan querido como Teresa del Valle que ya descansa asomada en su particular ventana que da al pueblo con una inmejorable vista del Caíllo en su lugar del cementerio cobijado entre las paredes de la antigua Iglesia del Salvador.
Hoy, porque mi corazón lo necesita, quiero elevar una oración a todos los santos anónimos que habitan en el Cielo:
Señor, por medio de todos los santos y en especial por los anónimos te pido que nos protejas, que nos cuides, que nos mimes, que nos ames porque en el mundo que vivimos nos sobra de todo aunque nos falta lo principal: ¡Amor!
Los santos anónimos no tienen nombre y apellidos aunque habitan en la Casa del Padre.
Ellos son los que son y todos seguro que tenemos alguno allá en la Gloria.
Te imploro santo sin nombre,
que protejas a mis seres queridos,
que cuides de mi pueblo,
y de todos los pueblos de nuestro mundo,
que mimes a los que sufren,
a los marginados, los desposeídos de todo,
los que necesitan amor aunque tengan dinero,
a los trabajadores, a los parados, a las amas de casa,
a los hombres y mujeres que día a día se levantan,
a los abuelos, padres, madres, hijos, Familia,
a los que dedican sus vidas a enseñar,
los que nos protegen, los que gobiernan,
a los jóvenes que parece que viven hastiados,
y están aburridos porque no encuentra su norte,
a la Iglesia y a todos cuanto la conformamos,
a las personas que mantienen su fe en Cristo a costa de su vida,
a los que no creen o creen en cualquier cosa,
a los enfermos y moribundos para que encuentren sanación y Paz,
a los que han perdido un ser querido y sufren un desgarrador dolor,
unido a esos interrogantes que solo Dios puede aclarar.
Te pido que intercedas por todos nosotros,
estos descarriados hijos de Eva,
que somos demasiadas veces hijos pródigos,
que pedimos nuestra parte de la herencia para malgastarla.
¡Ayúdanos a vivir la vida con Fe!
Haciendo el Bien siempre en todo momento y ocasión,
porque en la Bondad, en la Misericordia, en la Caridad,
en la Entrega a los demás, en el Perdón se encuentra
la verdadera Paz, el auténtico sosiego, la sosegada tranquilidad.
Porque haciendo siempre el Bien alcanzamos nuestra santidad,
nuestra razón de vivir y hacer vivir a los demás felices.
Que nos olvidemos de nosotros mismos
para poder entregarnos al Señor y a nuestros hermanos
como se merecen.
Que nuestra vida sea siempre agradable a Dios,
que hagamos y entendamos que Su Voluntad
es lo mejor que nos puede suceder,
y para que siendo podamos alcanzar algún día
la Gloria de la Resurrección y poder obtener
el mejor de los premios: Ver cara a cara al Señor y
que Él nos considere santos.
Sí, esos santos anónimos que habitan en el Cielo
por tiempo sin límite.
Te pido que intercedas para que seamos válidos
instrumentos en las manos de nuestro Padre Celestial.
Amén
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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